Odio las tardes en las que no nos despedimos, y las mañanas en las que no desayunamos, las noches en las que no reímos, y sólo lloramos.
Odio los días en los que no te veo, y las semanas en las que no hablamos, los meses en los que no te entiendo y sólo te extraño.
Quizás por eso,
te quiero tanto.
B.
(Qué extrañas eres, soledad,
porque a veces te odio -demasiado-
y, al mismo tiempo, eres mi más simple reflejo)
martes, 30 de marzo de 2010
sábado, 27 de marzo de 2010
Viceversa
Unas palabras que me encantan de un señor que me encanta
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
O sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.
Mario Benedetti
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
O sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.
Mario Benedetti
miércoles, 24 de marzo de 2010
En el cajón de la mesita de noche
Cuando no encuentro las llaves del coche, las busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí están.
Cuando no encuentro la pulsera que me acompaña cada día, la busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí está.
Cuando no encuentro un par de velas en una noche oscura, las busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí están.
Cuando no encuentro unas fotografías antiguas que me hagan recordar, las busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí están.
Cuando pierdo una barra de labios (esa que a ti tanto te gusta), la busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí está.
Cuando necesito un pañuelo para secar las lágrimas (en un segundo de nostalgia), lo busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí está.
Cuando quiero un caramelo (que se deshaga lentamente en mi boca), lo busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí está (con sabor a regaliz).
Cuando me faltan monedas (que acaban convirtiéndose en cervezas), las busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí están.
Por eso miré esta noche en el cajón de mi mesita de noche.
Porque no encuentro, he perdido, necesito, quiero y me faltan tus besos.
Pero no los encontré.
Alguien rebuscó en el cajón de mi mesita de noche.
Cuando no encuentro la pulsera que me acompaña cada día, la busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí está.
Cuando no encuentro un par de velas en una noche oscura, las busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí están.
Cuando no encuentro unas fotografías antiguas que me hagan recordar, las busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí están.
Cuando pierdo una barra de labios (esa que a ti tanto te gusta), la busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí está.
Cuando necesito un pañuelo para secar las lágrimas (en un segundo de nostalgia), lo busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí está.
Cuando quiero un caramelo (que se deshaga lentamente en mi boca), lo busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí está (con sabor a regaliz).
Cuando me faltan monedas (que acaban convirtiéndose en cervezas), las busco en el cajón de la mesita de noche. Y ahí están.
Por eso miré esta noche en el cajón de mi mesita de noche.
Porque no encuentro, he perdido, necesito, quiero y me faltan tus besos.
Pero no los encontré.
Alguien rebuscó en el cajón de mi mesita de noche.
lunes, 22 de marzo de 2010
Efervescente
"A mí eso de la vida me ha recordado, aunque quizá no siempre, una pastilla efervescente, carminativa la llaman para darle importancia: canturrea, enmascarada entre burbujas, bajo el agua, casi inmóvil, un poco temblorosa, pegada apenas al fondo del vaso. Luego trata de incorporarse y trepa despacito por el cristal igual que una salamanquesa vacilante. Se pone de perfil para pasar más inadvertida, pero lo que la empuja por un lado la hace rendirse por el otro... Sólo al final, después de un hervor frío, llega a la superficie y se ofrece a la vista del que la beberá. Pero ya está roída, gastada, desastrosa y, por fin, inexistente. Eso es lo que se llama un éxito. Un éxito, en nuestro género de buitres."
(A. G, Los papeles de agua)
(A. G, Los papeles de agua)
domingo, 21 de marzo de 2010
Despertar
Desde el pasillo tus pasos me desvelan.
¿Por qué te vas?
Abro los ojos. Doy vueltas entre las sábanas.
¿Preparada para soñar?
Abro la ventana, y salto, y vuelo, y llego a ese lugar que tantas veces he visitado.
Y me siento al borde del acantilado, acariciando flores que huelen a vainilla.
Y siento el aire en el cuello, sobre la espalda, entre mis piernas.
Y suena el despertador.
B.
¿Por qué te vas?
Abro los ojos. Doy vueltas entre las sábanas.
¿Preparada para soñar?
Abro la ventana, y salto, y vuelo, y llego a ese lugar que tantas veces he visitado.
Y me siento al borde del acantilado, acariciando flores que huelen a vainilla.
Y siento el aire en el cuello, sobre la espalda, entre mis piernas.
Y suena el despertador.
B.
sábado, 20 de marzo de 2010
Dolor
"El dolor es extraño.
Un gato que mata a un pájaro, un coche accidentado, un incendio.
Llega el dolor, BANG, y allí está, se introduce en ti. Es real.
Y para cualquiera que te vea, parecerás un imbécil. Como si te hubiese caído una idiotez repentina.
No hay cura para ello mientras no encuentres a alguien que comprenda cómo te sientes y sepa ayudarte".
(C. B., Mujeres)
Un gato que mata a un pájaro, un coche accidentado, un incendio.
Llega el dolor, BANG, y allí está, se introduce en ti. Es real.
Y para cualquiera que te vea, parecerás un imbécil. Como si te hubiese caído una idiotez repentina.
No hay cura para ello mientras no encuentres a alguien que comprenda cómo te sientes y sepa ayudarte".
(C. B., Mujeres)
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